Estoy empezando a escribir a las 21:50 del 3 de noviembre de 2024. He elegido esta hora adrede, porque son exactamente 24 horas antes de cumplir 52 años.

¿Qué quiero decir primero?

Felicidades. Felicidades a mí.

Y no por mi cumpleaños, sino porque sobreviví y viví, padecí y disfruté 51 años de vida. Pero sobre todo porque hoy acepto que mi año 51 fue, sin duda, el más difícil, el más retador, el más complicado de mi vida hasta ahora.

Las personas que conocen mi historia quizá se pregunten: ¿Más difícil que tu año 50?

La respuesta es sí.

A pesar de que mis 50 fue un año, sin duda, difícil, con temas de salud que me sacaron de balance, de circulación: dolor intenso 24/7, medicaciones extremas, insomnio y somnolencia al mismo tiempo, inmovilidad, estudios, análisis, cuatro hospitalizaciones, dos cirugías y una, según yo, experiencia cercana a la muerte (quizá solo fue una alucinación por tanta medicina); lo único que hice ese año y cacho fue prácticamente sobrevivir. Respirar y poner toda mi atención en cómo pasar el día con el menor dolor posible. 

Y gracias a Dios a los 51 fui mejorando en salud, pero me cayeron de madrazo todos los duelos, las pérdidas, las rupturas que no procesé porque mi atención estaba en el dolor físico. Entonces, el dolor se fue moviendo de lugar y se convirtió en un dolor emocional, mental y hasta espiritual. Algunos derrumbes vinieron de fuera, otros los tuve que provocar yo porque no me estaban funcionando, sin embargo, para llegar a ese punto se necesita de un proceso interno intenso y profundo que muchas veces sentía que no estaba lista, el miedo me invadía y me fugaba, así que entraba y salía de ese proceso sin obtener muy buenos resultados. Y en el camino, se fueron sumando más procesos que trabajar.

A los 51 viví las pérdidas más profundas de mi vida. Entré en una crisis existencial, mi mundo interno era una entropía, un caos total. No me podía reconocer, no sabía por dónde empezar, no sabía qué hacer, no entendía qué se había roto, solo sentía que todo se había roto en mí. Había entrado en la famosa noche oscura del alma.

Y no me quedó de otra que trabajar en mí. Tuve que recoger todos mis pedacitos y empezar a pegarlos con lo que encontraba, unas piezas se volvían a caer y se rompían en pedazos más pequeños y las volvía a pegar como podía. Al principio, sentía que todo el trabajo de reconstrucción se deshacía en la noche y en la mañana despertaba rota de nuevo. Como si hubiese armado un rompecabezas y en la noche alguien llegara y lo deshiciera y en la mañana darme cuenta de que debía de comenzar a armarlo de cero. Esos días los sobreviví con el lema de AA “solo por hoy”, “solo estas 24 horas” y si las 24 horas me abrumaban, “solo los siguientes 15 minutos”.

No obstante, sentía que no avanzaba como quería, hasta que un día sentí la imperiosa necesidad de ir hacia adentro. Y así comenzó mi viaje hacia mi interior. Tuve que encarar a mis demonios, prender un cerillo en mi oscuridad para poder ver algo, quedarme en silencio, aceptar y amar mis sombras e integrarlas con mis luces, vencer mis miedos. Tuve que desapegarme de prácticamente todo: ya había perdido muchísimas cosas y las tenía que soltar, y también tuve que desapegarme de creencias y condicionamientos que no me dejaban avanzar. Y sobre todo, tuve que confiar en Dios. Hoy sigo en ese proceso, pero con más amabilidad hacia mí y ya siento los avances de este trabajo interno.

A los 51 viví la pérdida más profunda de mi vida: había perdido a mi ser. Pero hoy, justo antes de cumplir 52, puedo decir que me he recuperado. No. Es más preciso decir que he recuperado mi ser y lo estoy reconstruyendo. Y esa versión de mí me está gustando. Ya no me pienso soltar. 

Así que, ahora sí toca decir: ¡feliz cumpleaños a mí!

¡Feliz cumpleaños a mí!
¡Feliz cumpleaños a mí!

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6 Comments

  1. Kenta Orozco says:

    Te amo ma!!! Estoy muy orgulloso

    1. Yo también te amo mi vida.

  2. Pavel Aspiazu says:

    Gracias por tu sinceridad y vulnerabilidad Kazumi. Me identificó mucho con varias de las cosas que mencionas. Aunque no he tenido problemas físicos sustanciales, la perdida de mi primera esposa fue algo muy retante. Dios me guió atravez de ese proceso. Voy a orar por ti, le voy a pedir a Dios que te siga otorgando dirección y fortaleza en tu vida. De nuevo, aprecio mucho tu franqueza. Eso es algo muy necesario en nuestra existencia. No solo te acerca a Dios sino también inspira a otros a buscarle. Un fuerte abrazo.

    1. ¡Muchas gracias Pavel!

  3. Queridísima Kazu, 🫂mi admiración profunda; que profundidad que te eleva hoy a lo estelar😍

    1. ¡Muchas gracias Anagaby!

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