Por Yuki Gudiño

Una de mis frases favoritas de Alfonso Ruíz Soto en su texto, La mirada interior, es la siguiente: “La soledad […] es el estado natural del ser. Es habitar la plenitud de la vida en uno mismo”. Independientemente de lo bello que pueda sonar esta frase, creo que es muy difícil de comprender en su complejidad y todo lo que implica la soledad y, en última instancia, ponerla en práctica. Aprender a vivir en estado de soledad no es lo mismo que estar sola en un espacio. ¿Qué implica realmente ese ‘habitar en plenitud’? ¿Cómo identificarlo?

Sin adentrarme en los fascinantes debates filosóficos y precisiones lingüísticas sobre ‘lo natural’ y ‘la naturaleza’, me atrevo a especular que, si la soledad es un estado natural, entonces se facilitará buscarla y encontrarla en la naturaleza. Esta afirmación no es ninguna novedad. A partir de las visiones integrales del universo (todas las cosas y seres del mundo están interconectadas e íntimamente relacionadas unas con las otras) los pensamientos orientales se inclinan a defender esta postura.  Una persona se encuentra así misma – a su estado natural – a partir de muchos medios, uno de ellos siendo el contacto con la naturaleza, porque al relacionarse con la naturaleza, te relacionas de una forma sutil y profunda contigo misma. 

jardín Yuki
Enraizar Yuki

Hay un concepto adaptado a la práctica occidental del ‘Mindfulness’ inspirado en meditaciones orientales llamado ‘grounding’ (enraizarse en español). Aunque no soy muy partidaria de la occidentalización o apropiación occidental de otras culturas, creo que es posible rescatar este concepto para comprender la forma en que la soledad se relaciona con la naturaleza. El ‘grounding’ se conforma por una serie de prácticas que permiten un estado de conciencia presente o, dicho de otro modo, ‘el aquí y el ahora’ que es donde realmente somos porque el pasado ya fue y el futuro no ha sido.

Que se llame enraizamiento no es coincidencia. Este conjunto de prácticas se relaciona con la imagen de un árbol o planta cuyas raíces están fuertemente aseguradas en la tierra, lo que permite que crezca y florezca. Esta imagen del enraizamiento como forma natural no se relaciona solo de forma metafórica, sino que realmente poder explicar el ‘grounding’ con la naturaleza tiene que ver con su conexión íntima. Así pues, contemplar la naturaleza es una de las formas meditativas que te enraízan en el momento presente, en lo que puedes observar, oler, sentir, escuchar y pensar en el entorno natural. 

Una de mis actividades favoritas, cuando estoy sola o quiero estar sola, es salir a mi jardín a acostarme en el pasto y ver hacia el cielo. Siempre intento dimensionar la infinidad de espacio que hay en lo profundo de esa superficie azul que se presenta ante mis ojos. Cuando estoy acostada ahí me siento muy afortunada por tener el jardín que tengo; me doy cuenta de que vivo en un espacio abierto, muy bello y cómodo, por tanto, privilegiado. Tengo la fortuna de tener este lugar en el que puedo estar yo conmigo y con la vida que se está dando en ese momento en el pasto, las plantas y los árboles cercanos.

Piano Yuki

Estar en mi jardín es un intento de meditación contemplativa, de enraizamiento y de apreciar mi soledad como acto de presencia consciente.  Cada vez que me acuesto en el pasto a contemplar el cielo, la experiencia es distinta. A veces es una experiencia muy simple pero profundamente gratificante. Simplemente soy yo acostada en mi jardín viendo al cielo, cómo se mueven las nubes, un pájaro volando a lo alto de repente. Es muy relajante poder estar ahí sin nada más que hacer; sentir la brisa suave o la sutil humedad del pasto que traspasa mi ropa. No hay otro pensamiento o reflexión más allá de lo que simplemente veo y siento. Pura y simple presencia que me relaja y me hace sentir mucha paz.

Hay días en los que no estoy completamente sola en mi jardín. Mi yorkie, Biscuit, me acompaña. Es tan bello ver como ella fácilmente puede estar sentada en el jardín simplemente observando lo que hay alrededor de ella. Es tan poco intrusiva su compañía, si no es que para nada intrusiva, que hace de la soledad algo que se puede dar sin necesariamente estar físicamente sola. La compañía de Biscuit en esos momentos de contemplación en mi jardín me hacen comprender que la soledad es un estado no necesariamente físico, sino algo mucho más etéreo que permite vivir en paz, presente y conscientemente. Quizá sea más fácil comprenderlo en compañía de mascotas y no de otros seres humanos. 

Biscuit1 Yuki
Biscuit2 Yuki

A veces sí siento el abismo, el vértigo de pensar que, si no hubiera gravedad en el planeta tierra, mi cuerpo caería infinitamente en el cielo, adentrándose al espacio exterior, atravesando, eternamente, galaxias y espacio vacío. Para nada creo que sea una experiencia angustiante, incluso cuando utilizo términos como ‘abismo’, ‘vértigo’ o ‘vacío’ para describir la experiencia. Pensar en el infinito, en el caer eternamente en el espacio exterior, creo que no necesita de ningún calificativo con connotaciones ya sean positivas o negativas porque eso lo haría algo demasiado humano. En realidad, lo infinito es algo fascinante en el sentido de que es incomprensible y por tanto no sabríamos con certeza si es algo de inspira un sentido de conexión con algo mayor a nosotrxs o, al contrario, angustia y sentido de nihilismo. Personalmente, en mis momentos más humanos, yo me inclino a la primera y más positiva de las opciones. Sin embargo, aquí, acostada en mi jardín, observando el abismo infinito del espacio, me siento más enraizada que nunca; porque no caigo a él, sino que más bien siento como si yo fuera el centro que mantiene todo en su lugar, para bien o para mal.

¿Será todas y cada una de estas experiencias en mi jardín la soledad?

Sobre la autora, Yuki Gudiño:

Filósofa en potencia, bailarina, buzo y solitaria de corazón.

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1 Comment

  1. Makiko Murata Ohmura says:

    El tema de la soledad… casi siempre tratado desde el miedo o el rechazo. Gracias por darme otra arista y hacerme percibirlo desde lo fascinante e infinito. Me encantó.

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