Querido profe.

     ¡Qué insolencia de nuestra parte llamarte profe! Tú, Fernando Curiel Defossé, con licenciatura, maestría y doctorado; catedrático de la UNAM, director del Instituto de Investigaciones Filológicas, de Radio UNAM; autor de libros y un largo y honorable etcétera en tu Currículum Vitae. Pero para nosotros, la familia Orozco Murata, siempre serás, simplemente, nuestro amado profe.

     Mi primera memoria contigo es: tú con calcetines a rayas de colores y un humor negro que con el tiempo fui descifrando, comprendiendo y adorando. Pero ese día no me pasó por la cabeza que sería solo el inicio de muchísimos momentos tan significativos que pasaríamos juntos.

     Recuerdo con mucho cariño cuando Paula, tu hija, comentó que el encuentro entre tú y Antonio (mi esposo) era providencial. Hoy estoy convencida de que así es. Y de refilón, yo fui la ganona por colarme en ese encuentro divino.

     Gracias a ti conocimos un Taxco espléndido. Cada rincón, cada aroma, cada sabor, cada calle empinada de ese pueblo tiene una conexión contigo: la marchanta del pan, el local de plata y mi anillo favorito, los innumerables ángulos con los que admiramos Santa Prisca, los manteles y las charolas que tengo en casa, los chapuzones de mis hijos en las aguas frías de las albercas, la vista desde tu casa y aquel café horroroso porque me pasaste la sal en lugar del azúcar.

     ¡Ni qué decir de la comida! Los esquites, elotes y el Tepoznieves, los favoritos de los niños. Pero esos solo eran las colaciones a los que llegábamos caminando (obvio para hacer un pequeño hueco), después de habernos devorado un clemole, un mole rosa, un pozole, una pancita o unas enchiladas. Claro, entradas y postres incluidos.

     Disfruté enormemente hospedarnos en el hotel Santa Paula que antes fue tu casa, sobre todo ver y tocar la fuente que aún conservan, para evocar aquella anécdota tuya de joven, cuando mientras te bañabas para salir a dar un paseo, Lupita, tu hermana, y una amiga suya, tiraron tu ropa (que tenías preparada en tu cama) en esa fuente emblemática, tratando de evitar que te fueras de pícaro.

     Tú nos enseñaste que la mejor manera de subir aquellas calles empedradas y empinadas es yendo en diagonal y que un costado de Santa Prisca está negro por los humos que emiten los taxis vochos.

     No todo fue Taxco.

     Casi cada semana disfrutamos vernos para comer, sí, siempre había comida de por medio, ya sea en un restaurante (nuestros lugares preferidos: el Jerónimo hasta que tristemente lo cerraron y luego, La Taberna del León), en nuestra casa, o la barbacoa o carnitas que llevábamos a tu casa mientras tú, eras el encargado del café, ese café que alguien apodó el café de degustación porque tus tazas eran diminutas y teníamos que servirnos un montón de veces para sentir que habíamos tomado un par de tazas decentemente completas.

     También hubo viajes, cumpleaños, paseos por el centro de la ciudad, bodas de amigos, sepelios, aniversarios del blog, navidades y años nuevo. E insisto, comidas, muchas comidas. Amé cada plática, cada degustación de café, cada risa, cada bocado, y por supuesto, me tenías fascinada con tu exquisito gusto por la moda.

     ¡Ah! ¡No podemos olvidar la presentación de mi libro!     

     Sin ti, nunca hubiera escrito un libro. Ni publicar artículos. Eres también mi mentor, mi guía, mi inspiración. Me alentaste a escribir y que tú me apoyaras, fue un gran honor. Me quedo con la tristeza de que no leerás completo el libro que va en proceso, que ya no recibiré tus comentarios, que no tendré tus palabras escritas en el prólogo. Sin embargo, me quedo también con la ganancia de que, de nuevo, fuiste tú quien insististe en meterme al taller con Rosana, tu prima, e iniciar el proyecto del nuevo libro y de darle seguimiento.

     Pero no soy la única con experiencias maravillosas contigo.

     Kenta no había visto en su vida una máquina de escribir, hasta que tú le enseñaste y le explicaste cómo funciona, y lo dejaste con varias hojas para que explorara su lado creativo literario, el cual, hasta el momento, no ha dado señales de su existencia. A parte, Kenta está muy agradecido porque fuiste el primero en confiar en su autonomía y responsabilidad, al dejarlo salir solo en Taxco, para ir de tu casa al hotel.

     Kie exploraba encantada tu casa en busca de todas las chingaderitas que llamaban su atención, las cuales abundaban. Para ella, Target, Lumen, Fantasías Miguel y tus casas (tanto el búnker de Copilco como Taxco) son el paraíso. Tú le tenías una paciencia infinita al dejarla indagar aquellos espacios sagrados y llenos de simbolismos.     

     Aki comentó una vez que, lo que más le gustaba de ir a Taxco era caminar de la mano contigo. Y nunca voy a olvidar tus carcajadas cuando Aki regresó del baño de un restaurante y nos contó que se tardó porque se quedó escondida y callada para no incomodar a una señora que se estaba echando gases muy sonoros en el baño contiguo.

     De Antonio no puedo decir nada, porque las palabras no alcanzarían a describir el vínculo tan profundo que existe entre ustedes (y digo existe porque creo que es eterno), que estaban destinados a ser más que amigos, más que hermanos, más que cualquier relación que se pueda describir.

     Tú ejemplificas el <<no es el tiempo, sino la calidad>> porque “solo” fueron ocho años. Ocho años bien vividos juntos, bien reídos, bien platicados, bien escuchados, bien comidos, bien paseados, bien acompañados.

     Sé que transitaste por infiernos tenebrosos y oscuros, pero, quizá no te diste cuenta que tú siempre fuiste una luz que iluminaba mis momentos con tu sarcasmo, tu risa, tu sapiencia, tu voz, tu presencia.

     Hay una canción japonesa que dice <<Sayonara (adiós en japonés) no es una palabra de despedida, de separación. Es una promesa para un, quizá lejano, nuevo encuentro>>.

     Sayonara querido profe. De ninguna manera dejas un vacío, porque antes de irte, te encargaste de llenar cada parte de mi corazón y de mi memoria con tu amor, no solo con momentos y recuerdos sino también con personas que conocí a través de ti.

     Arigato, gracias por compartir tu vida conmigo.

Con todo mi amor,

Kazumi

19 de agosto de 2021

P.D. Tengo muchas versiones favoritas del Absoluto y tú, sin duda, eres de los más especiales.

Gracias Priscila, Yuki, Sis y Antonio por compartirme fotos.

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3 Comments

  1. Sabía de su amistad pero no de la profundidad de ese amor, me has conmovido con tus palabras impregnadas no de dolor si no de una paz que siempre te acompaña, una sabiduría que siempre me enseña y me hace crecer, gracias Kaz querida porqué en cada palabra esta tu esencia incomparable y amorosa.

  2. Constanza Villalobos says:

    Me dejaste sin palabras Sis!! 🥲, escribes tan lindo!! Y en mi mente está siempre tu voz en cada una de las palabras que leo. Te amo!! 💚. Afortunadas de haber coincidido con el Profe 💙🙏🏼🙌🏻…

  3. Antonio Sierra Gaecía says:

    Kazumi: Me hice un espacio ahora, luego de concluir una faena laboral intensa. Leo tu carta y me conmueve. Es un bello homenaje al doctor. Seguro la está leyendo y le encantará, porque está hecho con sinceridad. Me gusta porque mantiene el ritmo; y sobre todo, que no es un llanto, sino una evocación que caracteriza al personaje. Felicidades y gracias por compartir.

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