A todos nos ha dolido algo. Ya sea un dolor físico como un dolor de muela; o un dolor emocional, como cuando vives una pérdida.

Hay dolores muy obvios como cuando vemos a un atleta que se rompe un hueso y se ve cómo éste se sale de la piel, notamos el dolor del atleta e incluso los que lo vemos hacemos expresiones de dolor.

Lesión
Imagen de G.C. en Pixabay

Los dolores emocionales cuando uno está deprimido o sufre de ansiedad son dolores que no son muy obvios. 

El dolor de cabeza o de muela, no son obvios y poco visibles, pero son tan comunes que la mayoría los ha padecido y por lo tanto, se comprenden sus alcances y se puede sentir empatía.

Hay dolores por género. Cuando a un hombre le patean los testículos, todos los hombres a su alrededor sienten ese dolor y se solidarizan, pero las mujeres nunca entenderán ese dolor; y de la misma manera un hombre jamás entenderá un cólico menstrual.

También existen los dolores por etapas. Un niño pequeño puede sentir el dolor de huesos del crecimiento, mientras que en un adulto son comunes los dolores de cadera o espalda.

Pero hay dolores que no se ven, que no son muy obvios o quizás no muy comunes y, por ende, la gente tiende a minimizar o pensar que quienes los padecen exageran.

A lo largo de mi vida el dolor me ha acompañado. Hace 14 años me diagnosticaron artritis reumatoide y todo comenzó con dolor. Un par de años más tarde apareció el síndrome de Sjögren lo que me causa dolor y molestias en la boca, los dientes y los ojos. Y otra enfermedad curiosa llamada de Reynaud que, cuando el cuerpo siente frío se corta la circulación de la sangre de los dedos y se tornan color blanco muerto (también se siente un dolor leve, como de opresión). Pero los tres estaban relativamente bajo control.

Enfermedad de Reynaud
Enfermedad de Reynaud

Hace año y medio, aproximadamente, comencé con dolores muy fuertes en brazos y piernas. En un inicio parecía que la artritis reumatoide se había activado, pero me di cuenta de que el dolor era diferente, no solo me dolían las articulaciones, también los músculos y los huesos, y después de un estudio dolorosísimo llamado electromiografía, el diagnóstico fue polineuropatía periférica, al parecer, secuela de Covid-19. Otra enfermedad con dolor…

¿Qué jodido? ¡Lo sé! Yo opino lo mismo.

2023 fue un año meramente de supervivencia, mi ser estaba enfocado en cómo pasar el día con el menor dolor posible. El dolor me despertaba en las noches. No me podía mover en la cama, dormía como momia y me contracturaba. Los primeros pasos fuera de la cama eran dolorosísimos. Bañarme era un deporte extremo, ponerme el shampoo me agotaba y la toalla me parecía una pesa de 120 kilos.

Estuve internada dos veces por el dolor. Cada vez que entraban a mi habitación los doctores y las enfermeras y me preguntaban:

  • Del 1 al 10, ¿cuánto le duele?

Mi respuesta era:

  • 15 ó 20

Quizá mi umbral del dolor es muy bajo, pero a mí ¿qué me importaba el umbral? Simplemente me dolía horrores.

Me tuvieron que diseñar, varias veces, un esquema de tratamiento contra el dolor, a prueba y error, para dar con los medicamentos y las dosis, y hoy está parcialmente controlado (me duele nivel 2-3 con algunos movimientos).

A inicios del 2023 decidí tomarme un semestre sabático para dedicarme a mi salud. Dejé las consultas de Semiología, escribir artículos, hacer videos. Ya pasó más de un año y apenas estoy retomando algunas cosas, porque todavía tengo dolor y porque los medicamentos me causan somnolencia por no decir me dejan apendejada. Estoy buscando otras opciones de actividades en donde no necesite concentrarme demasiado porque no me es posible.

Pero en este más de un año, no solo he vivido dolor físico. El dolor físico permeó en el dolor emocional y mental. Una vez, una persona me preguntó cuál es mi mayor miedo y lo sabía perfectamente: mi más grande miedo es vivir con dolor toda la vida. Entonces, no solo he tenido que atender la parte fisiológica, la parte médica (que ha sido un montón), sino también trabajar la parte psicológica, mis emociones y mi mente (y créanme que he hecho mucho trabajo en ese aspecto, desde lo tradicional hasta lo holístico).

Terapia alternativa.

Una de mis más preciadas amigas me preguntó <<¿por qué te has boicoteado la felicidad?>>, y después de limpiarme la sangre de la cabeza que me explotó con su pregunta, me puse a pensar que en realidad no sentía que me estuviera boicoteando. A pesar del dolor y de la desesperación, puedo evocar destellos de felicidad y esos destellos son los que me han sostenido en este mega tiempo de crisis súper extendido.

Y es por eso que decidí abrir la página El Horizonte Sempiterno de Kazumi, en Facebook, Instagram y próximamente en Tik Tok y Youtube, con el fin de crear un espacio para platicar sobre el dolor y buscar alivio en diferentes campos.

Únicamente como dato curioso, horizonte sempiterno es una manera muy mamona mía para decir infinitas posibilidades porque ya está muy choteado.

Exploremos las diferentes posibilidades para darle la vuelta de campana a esos dolores que no se ven y a los que se ven, también.

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