Haciendo un recuento del 2024 como ejercicio de fin de año, dos palabras sintetizan el año: pérdidas y duelos.

     Llevo un par de años arrastrando algunas pérdidas y con duelos no procesados correctamente. En 2023 o incluso antes, comencé a tener varias pérdidas significativas las cuales no trabajé porque la mayoría de mi atención y la totalidad de mi energía estaban puestas en mi salud física.

     Pero el 2024 no me permitió más postergar los duelos.

     La vida me ha ido quitando cosas, como a cualquiera de nosotros, sin embargo, en los últimos dos años rompió récord, al punto de llegar a decir <<ya no tengo nada más que perder>> o <<peor no podría estar>>, y qué equivocada estuve; no, quizás, ingenuamente, sigo estando, porque sí hay más que la vida me puede quitar.

     Haciendo la lista de las pérdidas, veo que algunas ya están trascendidas y he cerrado los ciclos con procesos de duelo bien llevados. Otras están en pleno desarrollo, duelos aún abiertos, todavía con dolor, caminos sinuosos que me llevan a callejones sin salida. Tengo otras tantas más que ni siquiera he comenzado a trabajar. Y tengo encima de mí la amenaza de unas posibles pérdidas, las cuales no sumé en la lista.

     Mantener la paz es esencial en este caos, pero no es fácil. Es en lo que he trabajado en estos últimos meses con mucho ahínco.

     No se trata de huir de las pérdidas y de los procesos de duelo, de pretender que no pasó nada, que no afecta, de negarlos, o creer que el tiempo los sanará. El solo paso del tiempo no sana ni madres, solo es una ilusión, es el polvo que se barre y se deja debajo del tapete y que con cualquier sacudida emerge para recordarte que ahí siguen. Ya no quiero barrer a lo pendejo, estoy cansada. Me encuentro con situaciones que tomo en mis manos y no sé qué hacer, ni qué camino tomar. Me falta claridad.

    Busco sanar, necesito sanar. Mi alma anhela cerrar esos ciclos que causan tristeza, dolor, preocupación. Pero todo proceso lleva su tiempo, su ritmo, su dedicación, su aceptación, su comprensión y su transformación.

     Para equilibrar las pérdidas hay que ver las ganancias. Tras una lista enorme de pérdidas, las ganancias me parecen pocas, por lo que trato de compensar no por cantidad sino por calidad. Por supuesto que mis hijos, mis hermanas y sus familias, y mis más queridos amigos están en esta lista. Mis dos grandes proyectos de este año que son: el Horizonte Sempiterno de Kazumi y Espacio Espontáneo son unas grandes ganancias.

     Es muy claro que una red de apoyo es importantísima para este tipo de procesos y el 2024 me regaló a una persona nueva que me ha ayudado a equilibrar enormemente esa larga lista de pérdidas. Marcos Barraza, muchas gracias por escucharme en mis momentos más oscuros, muchas gracias por hacerme reír a carcajadas mezclando lágrimas de tristeza con las de alegría, gracias por animarme, por darme las siete fuentes, gracias por quererme como soy.

     También quiero dar las gracias por hacer de mis momentos difíciles un oasis en el desierto a: Kenta, Kie y Aki; Karlita, Juan Martín y mi hija adoptiva Rebeca; los Gudiño Murata (Makiko, Enrique, Daiske, Yuki, Yumi, Chicken y Mandy); los miembros de la comuna, mis amigos semiólogos, las cinco fantásticas y la pequeña comunidad de Espacio Espontáneo.

     Con esta chiquita, pero muy potente y significativa lista de ganancias quiero cerrar el 2024, trasmutando las pérdidas con fuego como dice mi amiga Janeth y siendo tanto espiritual como humana, al mismo tiempo, como dice mi amiga Alaciel.

Salvador de León, gracias porque a través de la buenísima charla en Espacio Espontáneo me recordaste lo importante que es no minimizar ninguna pérdida por más pequeña e insignificante que pueda parecer.

La pérdida dura lo que tarda en aceptarse y el sufrimiento dura lo que tarda en comprenderse.

Dr. Alfonso Ruiz Soto®

Semiología de la Vida Cotidiana®

Te podría gustar...

Popular Articles...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *